Santander, 10 abr (EFE).- Solo un bien Patrimonio de la Humanidad, cita obligada en manuales y reproducido hasta el hartazgo como icono turístico y cultural, puede atraer, como Altamira, a reyes, artistas, eruditos, celebridades y gente común, y dar pie a miles de páginas de comentarios de paisanos a los que esta joya no deja indiferentes.