Quedamos de mañana con Bernardo Atxaga en la iglesia de Asteasu, su pueblo natal, a media hora de San Sebastián. Hemos quedado para hablar sin un objetivo definido, de todo un poco, y nos explica que, para orientar la conversación, o desorientarla, ha pensado en dar un paseo siguiendo la idea del mandala, como si los caminos del pueblo formaran uno: «Es un círculo, pero no pasas siempre por el mismo sitio, porque aquí ha vivido gente desde hace miles de años; en cada lugar puedes ir a muchos, sería rarísimo no poder ir hasta donde queramos»
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