Una de las reglas más sorprendentes de las que se vale el marketing es que las personas tendemos a comprar sin pensar realmente en lo que hacemos. Así, la literatura nos dice que muchos de los productos que adquirimos son fruto de un acto impulsivo. Dicho de otra manera: pocas veces realizamos una elección consciente sobre aquello en lo que gastamos nuestro dinero.
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