«Qué obligación tan maravillosa», piensa Robert Miralles, de Reus, al leer la primera circular del curso preparatorio para profesores de catalán que está a punto de empezar. La carta, fechada de enero de 1961, lleva la firma de José Tremoleda, discípulo del escritor y pedagogo Joan Triadú: «Por poco que se conozca la realidad del país sabrá que el deseo de iniciarse en el conocimiento de nuestra lengua topa a menudo con el hecho de que en la propia ciudad, pobla ción o núcleo rural correspondiente no hay nadie preparado para dar clase[...]
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