No lo sabía entonces, pero ese libro me inició en el aprendizaje de la empatía. Mi educación en adentrarme en las vidas de los otros continuó después con lecturas más complejas, de la mano de personajes como Jane Eyre y Ana Karenina, de Robinson Crusoe, don Quijote de la Mancha y de los sufridos héroes de Charles Dickens. Estos personajes me ayudaron â"a mí y a una comunidad enorme de lectoresâ" a entender con más profundidad el sufrimiento ajeno y también a hacer más tangibles sus momentos de alegría.
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noticia original (www.nytimes.com)