La biblioteca de mis padres estaba llena de libros. De niña los recorría con los dedos como si se tratara de las teclas de un piano. Había algo indecible en esos cantos, universos que despertaban mi apetito lector y me empujaban a averiguar por dentro. Recuerdo a mi madre diciendo, La niña de Guatemala de Martí. Yo sentía cómo la vida de esa niña se ha...
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