La I Guerra Mundial acaso fue un capricho, una frivolidad. Una partida de cartas entre reyes y emperadores saciados, aburridos. Sabemos que hubo una chispa incendiaria, el asesinato del archiduque Francisco Fernando en Sarajevo, pero no están claras las verdaderas motivaciones que desquiciaron la masacre, más allá de la vanidad, el ardor castrense y la decadencia. La paz que prevalecía en Europa engendró una atroz fosa común. Las trincheras arañaron la tierra. Y Occidente se consumió en una orgía de sangre. Antes de la Guerra... hubo vacaciones
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